lunes, octubre 17, 2005

El desconsuelo

La muchacha que sufre con desconsuelo
tiene a su lado un raro acompañante:
la quiere rendido, da lo que sabe,
sufre callado cuando ella sufre;
ofrece todo, sin un resquicio,
abandona miles de quehaceres,
procura el milisegundo de la sonrisa de ella,
la deja respirar, la patrocina,
la acompaña hasta ningún lado,
la cuida, le guarda sus quehaceres,
la lleva, la trae, le acaricia,
la besa si ella quiere, la reanima,
la coge, la estruja, la mira,
intenta que ella se quiera;
la convierte en canción, en poema,
en frase, en brisa, en huracán, en seda.

El desconsuelo de ella sigue en su sitio
y el raro acompañante que persevera
espera que algún día
aunque ella no le quiera
desaparezca y nunca más se presente
el desconsuelo estúpido,
ese asesino, que la tiene apresada
que la tiene agotada, consumida,
ese asqueroso desconsuelo que nunca mereció.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

un nueve de junio

Antonio Tausiet dijo...

El nueve de junio de 2003, exactamente.