Camino con los pies enharinados;
da casi igual si ando o si me arrastro
porque mis pobres huesos de alabastro
acompasan mis párpados pesados.
Escribo con los dedos desgraciados
de quien anota datos del catastro
y más que desvestirme me desastro
y la cama es la unidad de los quemados.
Ya cruzo sin mirar a los dos lados;
oteo mi horizonte en carboncillo
en trazos grises y deslavazados.
Me da igual te mato que te pillo;
lloran secos mis dos ojos cerrados:
he pasado del rosa al amarillo.
jueves, julio 20, 2006
Soneto a mi tristeza
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