La música suena
infinitamente más rápido que mi sangre.
De vez en cuando
trago saliva que duele.
Noto que si me quito los zapatos
escapará mi alma por los pies.
Desprecio el agua y el sol:
no derramaré ni una sola lágrima.
Pero soy cada vez más pequeño
en este entorno siempre hostil.
martes, diciembre 13, 2005
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario