jueves, junio 15, 2023

Historia sagrada

Lo que nos sucede son pruebas
que nos impone el Espíritu Santo,
mientras Dios Padre, despreocupado,
juega al béisbol con Jesucristo.

San Joaquín nunca le explicó a la Virgen María
la diferencia entre el mozárabe y el prerrománico:
los perros ladraban igual,
pero las mujeres no tenían lavadora en el monte Sinaí.

Siglos de regalos cósmicos como los rayos gamma
no nos convierten en buenos jugadores de póker.
Al contrario, rezamos versos sin rima
olvidando la presencia de conejos y buitres.

Sudar, reír y callar:
son los preceptos topográficos
que marcan las líneas imaginarias
entre la selva y el holocausto.

Una hormiga se pasea por el vello
de la axila inerte del último alfarero:
no hay peligro, porque en el piso quinto
ha nacido una niña morena que aúlla.

Veo gotas de sangre en el lavabo
y le pido perdón al dios de las pequeñas heridas.
Me han presentado al hombre sin gracia
y me importan un bledo su vida y sus historias.

Solo deseo dormir y que mañana
la luz no me moleste demasiado.

miércoles, septiembre 14, 2022

Sin título

Se alquilan los locales vacíos de las empresas que alquilaban los locales vacíos.

Se venden remesas de ladrillos
en almacenes fabricados
con remesas de ladrillos.

Los perros que guardan las fincas
ladran en la noche
a los perros que guardan las fincas.

Aviones con pilotos intermitentes
maniobran para aterrizar,
pilotados por pilotos.

El libro del Apocalipsis
acabará destruido
cuando llegue el Apocalipsis.

miércoles, mayo 04, 2022

Luna

Ahora que sabemos sobre el cosmos

la luna es un objeto amenazante

lunes, abril 25, 2022

La borracha y el ciego

Vivo en una ciudad de provincias, como cualquier otra ciudad de provincias. La semana se acaba, es ya domingo y en el bar quedamos los fijos, con nuestras cervezas y nuestros cacahuetes para terminar el día y empezar mañana de nuevo con nuestras rutinas.

Un ciego cuarentón, que se da maña en encontrar la entrada pero parece serpear más de lo que le dicta su condición, saluda al camarero y pide un vino. Sale afuera a fumar y a encontrar conversación. Yo estoy con un amigo que le hace algo de caso. Me callo, aunque sé que el ciego sabe que yo estoy. Hablan del tiempo atmosférico y del cronológico. Aquellas primaveras, aquellos años, hay un bar en no sé dónde, en unos días hará más calor.

De repente explota un llanto al fondo de la calle. El ciego pregunta si se trata de un niño, y mi amigo le informa de que es una joven. El ciego emprende la acera hacia la muchacha, los vemos a lo lejos, la consuela, la abraza, la trae hacia nosotros. La chica está borracha, más que el ciego. Entran al bar, se chocan con las mesas, provocan murmuraciones entre los pocos parroquianos que quedan dentro. La chica sale, se sienta en una mesa fuera. El ciego sale, se acerca hacia nosotros creyendo que la borracha se nos ha unido. Le indicamos que está al otro lado, da media vuelta, se acerca a ella, demasiado de nuevo.

El camarero tiene muchos años de experiencia, aparece y le dice al ciego que va a cerrar, que se vayan, que se la lleve a la cama si busca eso, pero que no los quiere ahí. El ciego se excusa balbuceando, dice que ella lloraba y ha ido a consolarla. Pide disculpas al camarero y se van. El ciego y la borracha, la borracha y el ciego. Ella tampoco quiere estar, ni en el mundo, ni en el bar, ni con el ciego. Se alejan juntos y al fin ella consigue zafarse.

El ciego permanece paralizado con su bastón en mitad de la acera. Luego va a cruzar la calle y un camión le pita para no atropellarle. Vuelve a la acera, sigue paralizado, muy cerca del bar. Los que quedamos hablamos en voz baja, los ciegos oyen de lejos, y este ciego es un pringado, mete mano cuando puede, aún está ahí al lado, no saques la cabeza que lo detecta, es un fijo en los bares de por aquí, tiene a todos aborrecidos, el puto ciego de los cojones.

Lejos, la joven borracha ya no llora. Sabe que es mejor comerse los mocos que volver a atraer a un desahuciado de la vida que le manosee. El asfalto brilla con la luz de las farolas y los actores que cerramos la narración de la noche del domingo vamos encerrándonos en nuestras casas. Mañana será lunes en nuestra ciudad de provincias y los coches llenarán las avenidas, y los curritos las oficinas. La borracha se levantará con dolor de cabeza para cumplir su horario madrugador. El ciego seguirá provocando pequeños jaleos en los bares y echará de menos esa luz que disfrutamos el resto y que marca sus días por su ausencia.

domingo, febrero 13, 2022

El amor contra la senectud

Achaques y manías
estorban mis trabajos y mis días
Javier Krahe, Encefalogramas (1985)

Han pasado los días como hojas
de libros sin leer

Joaquín Sabina, Dos horas después (2005)

Se avecina la edad de la premuerte
en el desierto vacuo de la vida
y las horas se sienten deprimentes
y rápidas, con soda y naftalina.

Sólo el amor ayuda a resistirse
al afán estúpido del irse
sin contar con los prójimos amantes,
sin darse cuenta apenas de los días.

Proclamando espinas sin sentido,
esperan complacientes podredumbres
que no dicen nada sino muerte,
que no aportan más que enfermedades.

Alejarse del goce de la sangre
y de la alegre plétora del humo
es darle la razón al ostracista
y quitársela al que da risa al insumo.

Formular viejas chácharas tronantes
que acercan la miseria al espantajo
y evitar flores, sábados, oremus,
que nos dan la razón a los amantes.

Escuchemos la música del polen,
la verdad indiscutible del oráculo
que nos brinda paisajes, huellas, sábanas,
temblores, maravillas, espectáculos.

Dejemos nuestra huella en lo que surja,
sin reparar en dolencias cotidianas,
mejorando lo presente cuando tenga
presencia en nuestra mente de viáculo.

Porque la redención es el presente
y la mortificación es el pasado,
porque el dolor es sólo rémora caduca,
porque el placer es ver pasar la vida a tragos.
 
Aquiescencia ante la música perpleja,
reconciliación sincera ante los tráfagos,
paz para comprender la vida eterna,
esa que no es más que la que nos pasa.

La que se extingue, pronto, acelerada,
pero la que tenemos cada uno
en las entrañas secas de la nada
para poder disfrutar sin esperanza.

Pero sin incidir en la tristeza
ni en los pasos espurios del pecado
de los que no creían en la historia
como superación del ser profundo.

Amémonos sin freno, mansamente
y de modo salvaje y sin sentido,
puesto que la verdad es sólo una,
la que tú y yo queramos siempre, nunca.
 
Vivir, sentir, nadar a bocanadas,
aunque duela el pasado o la corriente
de los que no saben quererse con sentido
de la profunda esencia del presente.

Privarse del placer es insensato,
provocar el fracaso antes de tiempo,
no saber la razón de la locura
de caminar unidos con los pájaros.

Me duele aquí, no duermo, soy muy débil,
no sé si aguantaré, me estoy cayendo,
prefiero retirarme, soy muy viejo,
que te den por culo, cacho laxo.

La edad y las dolencias son la mente
que te reconfiguran paso a paso
hasta llegar a hacerte un ser inerte
convaleciente de ti, huesos raídos.

Adormece el alcohol, la gasolina
acaricia ese darse por vencido
a los que sólo viven por rutina
y mueren relamiéndose, caídos.

Presiento que mis propias reincidencias,
la respuesta infecunda del olvido,
proveerán de color resplandeciente
a los próximos días del abismo.

domingo, enero 16, 2022

Lo tengo todo

No tengo tabaco
no tengo dinero
no tengo costumbre
no tengo trabajo
no tengo precio.

No tengo razón
no tengo dueño
no tengo fortuna
no tengo casa
no tengo miedo.

No tengo familia
no tengo suelo
no tengo rebajas
no tengo clítoris
no tengo sexo.

No tengo remedio
no tengo ganas
no tengo cartuchos
no tengo peleas
no tengo retos.

No tengo distancia
no tengo metro
no tengo pistola
no tengo etapas
no tengo credo.

No tengo utopía
no tengo ruedo
no tengo ataduras
no tengo forma
no tengo techo.

No tengo fortuna
no tengo ruedas
no tengo tirantes
no tengo tema
no tengo metas.

No tengo amigos
no tengo gusto
no tengo problemas
no tengo insultos
no tengo pruebas.

No tengo teclado
no tengo carne
no tengo defectos
no tengo trama
no tengo fobias.

No tengo argumentos
no tengo café
no tengo espinas
no tengo razón
no tengo aliento.

No tengo zapatos
no tengo oro
no tengo vejiga
no tengo poros
no tengo nada.

No tengo nada
no tengo nada
no tengo nada
no tengo nada
no tengo nada.

viernes, diciembre 10, 2021

Epitafio II

Quiso vivir sin miedo y sin odio,
valiente y amoroso.

Sin miedo pese a su cobardía,
sin odio aunque no sabía querer.

Pero los destellos sí que aparecían,
brillaban fugaces la verdad y la brisa.